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martes, 26 de noviembre de 2013

CUENTOS INDIOS: Si dañas, me dañas.

Parvati es una de las diosas más amorosa, benevolente y misericordiosa del panteón hindú. Es la consorte de Shiva y se manifiesta como extraordinariamente compasiva.

Cierto día, uno de sus hijos, Kartikeya, hirió a una gata con sus uñas. De regreso a casa, corrió hasta su madre para darle un beso. Pero al aproximarse al bello rostro de la diosa, se dio cuenta de que ésta tenía un arañazo en la mejilla.
- Madre -dijo Kartikeya-, hay una herida en tu mejilla. ¿Qué te ha sucedido?
Con sus ojos de noche inmensa y profunda, la amorosa diosa miró a su querido hijo. Era su voz melancólica y dulce cuando explicó:
- Se trata de un arañazo hecho con tus uñas.
- Pero, madre -se apresuró a decir el joven-, yo jamás osaría dañarte en lo más mínimo. No hay ser al que yo ame tanto como a ti, querida madre.

Una refrescante sonrisa de aurora se dibujó en los labios de la diosa.
- Hijo mío -dijo-, ¿acaso has olvidado que esta mañana arañaste a una gata?
- Así fue, madre -repuso Kartikeya.
- Pues, hijo mío, ¿es que no sabes ya que nada existe en este mundo excepto yo? ¿No soy yo misma la creación entera? Al arañar a esa gata, me estabas arañando a mí misma.


El Maestro dice: Al herir, te hieres. A quienquiera que dañes, te dañas a ti mismo.

jueves, 23 de agosto de 2012

ALGUNAS CONDICIONES PARA SER FELIZ

Son muchas las especies animales, que además de la herencia genética, precisan de otras condiciones para ser ejemplares claramente representativos de su especie, es decir, por ejemplo un leopardo africano que no supiese cazar no sería un adecuado representante de su especie. Para ello necesitará una madre que le proteja, cuide, sirva de modelo y le enseñe los trucos necesarios para una caza exitosa, asimismo precisará de un entorno adecuado, para el cual está dotado y no podrá sobrevivir por ejemplo en el Polo Norte. Con el ser humano sucede lo mismo, no serán adecuados representantes de la especie humana los niños salvajes, ya que ellos carecen de lenguaje y otras habilidades que nos caracterizan, por ello, si pretendemos un humano adulto sano, equilibrado, adaptado y feliz, también harán falta unas condiciones mínimas que le permitan un sano desarrollo físico y psicológico. Sin una adecuada alimentación, su desarrollo físico no será el deseable, si no toma leche adecuada y suficiente en sus primeras etapas, sus huesos serán quebradizos y su desarrollo insuficiente. Pero ¿qué otras cosas precisará el ser humano para alcanzar una madurez adecuada? Al decir adecuada, quisiera referirme tanto al desarrollo físico como psicológico, que le lleven a unas actitudes y formas de pensar que le proporcionen equilibrio y felicidad.

 El ser humano persigue el bienestar, desde siempre ha perseguido la satisfacción interior, eso que denominamos felicidad y a esas condiciones mínimas que el recién nacido ha de tener en los primeros años de vida para alcanzar una madurez feliz, así como para proporcionarle la mejor capacidad de adaptación a las vicisitudes de la vida, son a las que aquí nos vamos a referir. 

La primera condición –como ya hemos dicho más arriba- será una alimentación adecuada, normalmente la leche materna. Una segunda condición es el cariño, la caricia, la voz, el contacto físico. Hoy sabemos que los niños prematuros que son sacados un par de horas a diario de la incubadora, para permanecer en brazos de las madres, oír su voz y sentir el contacto físico a través de la piel, tienen un mayor y más saludable crecimiento que aquellos que son adecuadamente alimentados, pero no sacados apenas de las incubadoras. Una tercera condición, para un sano desarrollo, es un entorno protector, sereno, relajado, en el cual el niño crezca sintiéndose protegido en su indefensión, que en los primeros años es casi total. Una cuarta, en relación con la anterior, es la percepción del afecto entre los padres, del respeto mutuo, del amor que se profesan y del cual el niño es consecuencia, esto también proporcionará la confianza, la seguridad necesaria para un desarrollo armónico. Una quinta será el poder interactuar con el entorno, investigarlo, e incluso equivocándose, pero siendo corregido con respeto. Una sexta será tener la oportunidad, sobre todo a partir de los tres, cuatro años, de interactuar con otros niños y tener así un acceso a la socialización. Una séptima y quizá la más importante, será el amor incondicional. Cuántas veces los padres cometen el error de supeditar el amor a la conducta del niño, “si no haces esto mamá no te quiere”, o se dan reacciones fuertes y rechazo afectivo por parte de éstos, ante las conductas no deseadas de los hijos, con lo que no hacer las cosas bien, puede significar que no va ser amado, o así será interpretado por el niño, esto inhibirá la experimentación con el entorno, limitando la experiencia, generará miedo al fracaso y la consiguiente angustia, por tanto el amor incondicional sentido por el niño, resultará condición elemental para un sano desarrollo humano. 

Estas y algunas otras condiciones serán necesarias para que se establezca una base sólida sobre la que desarrollar una óptima adaptación. No significa que de no ser satisfechas ya no habrá nada que hacer, pues posteriores experiencias, por ejemplo una psicoterapia, podrán modificar determinados estados patológicos, pero no todos. Consideramos que muchas de las neurosis y también algunas psicosis pueden tener su origen en la ausencia de algunas o varias condiciones de la referidas más arriba.

De adultos nos relacionamos con el mundo según la imagen que tenemos de nosotros mismos y ésta la forjamos en función de los resultados de nuestra interacción con el mundo, sin embargo, esta interacción con el mundo está condicionada por la idea que nos hemos forjado de nosotros mismos previamente, en la relación con las personas que nos han atendido en los primeros años de vida, normalmente los padres. Es decir si un niño siente que responde a lo que sus padres esperan de él, es muy probable que confíe en sí mismo y ose afrontar con seguridad y confianza aquellas actividades en las que recibió de sus padres  la confianza de poder, de ser capaz y por tanto llevarlas a término con éxito, lo que redundará aún más en su autoconfianza y autoestima, que a su vez le dejará en buenas condiciones para afrontar nuevas situaciones con confianza, desarrollándose más y más seguro de sí mismo. Es por ello por lo que son tan importantes los primeros años de vida en el desarrollo de la personalidad.

La neurosis la definimos coloquialmente como una patología en la que se da un sufrimiento desproporcionado, exagerado que no responde a la lógica. Son ejemplo de neurosis las fobias, como temor exagerado a montar en ascensor, avión o coche; creer tener una enfermedad o muchas que no se tienen, y que el criterio médico no tranquiliza, o lo hace por un breve espacio de tiempo, sería el caso del hipocondríaco; estados paranoides, pensar que hablan de uno o que traman algo contra uno, de forma obsesiva y sin ninguna lógica; trastornos obsesivos compulsivos como tener que contar cosas, lavarse repetidamente las manos por el temor a contaminarse; no atreverse, o sufrir por tener que hablar en una reunión de vecinos, o tener que levantarse e irse de un cursillo, o simplemente sufrir por tener que preguntar algo, o dirigirse a alguien, etc. Todos estos trastornos, salvo cuando son consecuencia de una experiencia traumática clara, suelen tener que ver con la insatisfacción de algunas de las condiciones necesarias para un sano desarrollo psicológico, expuestas más arriba.

Si imaginamos un niño que desarrolla un autoconcepto sano, difícilmente, en condiciones normales, va a vivir preocupado por la imagen que da, o qué pensarán de él, o si hará el ridículo, etc., en cambio si imaginamos a un niño en el que la educación ha sido llevada a cabo con crítica negativa, con gritos o con agresiones también físicas, fácilmente comprenderemos que de mayor tenga tendencia a estar preocupado por la imagen que da, dude de sus capacidades, tenga tendencia a querer controlarlo todo, incluido lo que de él piensan y ya tendremos con toda probabilidad un mayor o menor grado de neurosis.

Lo peor del caso es que cuando uno no ha satisfecho alguna de esas condiciones, imaginemos que no ha sido adecuadamente tratado, por ejemplo ha sido excesivamente criticado, maltratado y no lo ha corregido, es probable que se haga adulto pendiente de la imagen que da y tratará de adaptar sus actos de modo que dé la mejor imagen posible con el fin de ser aceptado o no rechazado, haciéndose dependiente del otro para el propio bienestar, es decir tratará de encontrar, en la valoración de los otros, la autoestima, cosa normal en la niñez, en la que el niño tenderá a pensar que vale si el adulto, en especial el padre y la madre, le valoran, pero no en la adultez, donde la valoración ajena ha de ser posterior a la propia, a la personal. Solamente cuando la actitud del adulto satisface al propio adulto, cuando actúa sin depender del criterio ajeno y consigue que sus relaciones fluyan, solamente ahí se estará dando el proceso terapéutico, es decir estará modificando el autoconcepto negativo instaurado y saliendo de la neurosis. Y es que cuando se actúa para los demás, es decir para que los otros tengan una buena imagen de uno, nunca se va poder tener la certeza del propio valor, ya que siempre cabrá la duda de que puedo ser valorado por algún tipo de interés  y no por el propio valor. Además la vida nos enseña que podemos portarnos mal, pero como estamos con una persona excelente, nos perdona, entiende y responde favorablemente, y a veces es al revés, nos portamos bien con alguien, pero como tiene mal día o no es tan excelente, nos responde mal. Es por ello por lo que no podemos corregir nuestra neurosis en función de la valoración ajena de nuestros actos, sino de que nuestras relaciones fluyan positivamente como consecuencia de exigirnos a nosotros mismos eso que esperamos de los demás, comprensión, empatía, generosidad, perdón, tolerancia, respeto…, en una palabra, amor, hacia los demás y hacia nosotros mismos.

Suelo decir que hay dos tipos de amor, aunque ambos egoístas, uno sería sano y otro no tanto, el no tanto, se da cuando amo para ser amado, y el sano, cuando amo porque me satisface amar. En una entrevista de Jesús Quintero a Alejandro Jodorowsky, le preguntaba acerca del amor, le pedía que le dijera qué era para él el amor y Jodorowsky le contestó que ahora que tenía 80 años lo había comprendido, le dijo que lo pasaba tan bien amando, que le daba igual que no le quisieran, tal vez se olvidó decir que, además, precisamente ahora que no buscaba ser amado era probablemente cuando más lo era. 

Para terminar me gustaría remarcar la idea de que el proceso terapéutico es más firme, rápido y provechoso, cuando la persona se centra en la realización de las actividades terapéuticas pertinentes, sin turbarse por posibles juicios ajenos, sino centrado en la satisfacción personal, cuando deja de ser turbado por el posible juicio del otro y se mueve por lo que íntimamente considera positivo.  

Suelo decir a mis clientes que en esta vida vale todo, se puede hacer todo lo que a uno le dé la gana, menos hacer daño a los demás y a uno mismo y sobre lo que es dañino, hay que escucharse a uno mismo. Como dice Manuel J. Smith en su magnífico libro Cuando digo no, me siento culpable, “yo soy mi primer y último juez”.

Miguel Ángel Ruiz González

www.psicologosbilbao.es

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jueves, 15 de diciembre de 2011

El Lienzo de la Vida


Psicólogos Bilbao

Me gustaría comenzar esta reflexión haciendo mención a Viktor Frankl, ya que él, como creador de la Logoterapia, quiso trasmitirnos que su proceso psicoterapéutico consistiría en enfrentar al paciente con el sentido de su propia vida y posteriormente confrontar su conducta con ese sentido de la vida. En definitiva, sería encontrar un sentido a la propia vida y desarrollar la conducta que nos lleve en esa dirección.

Sin embargo, hay muchas y muy diferentes personas, las hay con grandes y con pequeños desarrollos intelectuales, con muchas a la vez que muy enriquecedoras experiencias y con muy pocas, muy inteligentes y lo contrario, las que buscan un sentido a la vida y las que no, y también todas las que estarían en puntos intermedios. Lo que si parecen buscar muchas, es ser felices, unas de unas maneras y otras de otras, pero todas afanadas en intentar disfrutar y ser felices, siendo ese su principal sentido para la vida, salvo las que están, simplemente, entregadas a conseguir no sufrir, por tanto parece que no todas estarían a la búsqueda de un sentido de la vida, pues algunas tendrían bastante con encontrar alimento o un lugar para dormir, a no ser que, desgraciadamente, ese fuera su sentido en la vida, sobrevivir. Cuando nuestra vida pierde sentido, deja de ser valorada y es una de las formas de entrar en depresión.

El lienzo de la vida sería la vida que cada uno de nosotros ha de realizar, quiero hacer la comparación de la vida a vivir, con un lienzo a pintar. Me parece adecuada la comparación porque podemos ver vidas que han sido largas y muy prolíficas, llenas de sentido, serían lienzos grandes con muchas pinceladas y de gran calidad. Nuestra vida sería un cuadro que pintamos y en el que solo podemos dar una pincelada cada vez, una en cada instante, una pincelada con más o menos acierto, destreza o maestría.

Al igual que en otras empresas de la vida, si nos adelantamos a pensar en el enorme camino a recorrer, probablemente no comenzaríamos la andadura. Me gusta mucho el dicho chino que dice “la caminata más larga comienza con un primer paso”, tratando de hacernos entender que solo podemos dar un paso cada vez y que no es bueno que nos salgamos del instante presente, pensando en lo largo de la andadura, simplemente un paso, una pincelada cada vez.

No hay otro tiempo para vivir que el instante presente, de hecho nunca hemos vivido otra cosa más que eso, un instante presente. El pasado no existe, ni el futuro  tampoco, sin embargo, muchas veces estropeamos este instante presente con culpabilidades del pasado o con preocupaciones por el futuro, sin darnos cuenta de que la mejor manera de que cuando ese futuro sea presente, y para que sea el mejor posible, es dando la máxima calidad al instante presente que vivo de forma continua, de ese modo llegarán otros instantes presentes, es decir crearé un buen futuro, que no será otra cosa que el resultado de ese pasado que ya viví como un presente continuo.

Me gusta explicar a mis clientes que la felicidad es un sentimiento que nace de nuestro interior, no es algo que nos venga de fuera, es algo que sentimos y que es la consecuencia de nuestros actos y pensamientos. Entiendo que hay personas que dirán que son felices, por ejemplo, cuando se sienten amadas y eso vendría de fuera, pero yo les diría que lo que viene de fuera es el amor que el otro me da, sin embargo mi felicidad vendría de mi pensamiento valorando ese amor, o de mi conducta de agradecimiento, es por ello, por lo que en última instancia somos los responsables de nuestra felicidad, pues también podría pensar por ejemplo en qué estará buscando esta persona, o que tiene un interés de algo, o lo que sea, y ya no estaré feliz ante el mismo hecho. Por cierto, está muy bien que sea así, ya que de otro modo la felicidad de cada uno estaría en manos de otros y eso nos imposibilitaría ser felices a menos que los otros quisieran, lo cual sería absurdo.

Por tanto, si podemos afirmar que la felicidad es un sentimiento que nace de nuestro interior y lo hace como consecuencia de nuestros pensamientos y acciones y comprendemos que solamente podemos ser felices en el instante presente que vivimos, la felicidad empieza a dejar de ser algo difícil de alcanzar y comienza a ser el resultado de una pincelada en cada instante.

Habremos de empezar a reflexionar sobre qué pensamientos y actos nos hacen ser o sentir felices. Parece que hay unanimidad respecto a alguna acción o conducta, que hace felices a las personas y es el amar. Pero ¿qué es amar?, ¿qué es el amor? Hay multitud de definiciones sobre ello, aunque hay una que he leído recientemente, de Jorge Bucay y que me parece especialmente hermosa y dice: “Para mí, el amor es la decisión sincera de crear para la persona amada un espacio de libertad tan amplio, tan amplio, tan amplio, como para que ella pueda elegir hacer con su vida, con sus sentimientos y con su cuerpo lo que desee, aún cuando su decisión no me guste, aún cuando su elección no me incluya”.

En esta definición, está claro que el acto de amar es independiente de la conducta del otro, es decir amo sin condición, sin embargo añadiría algo más que el espacio de libertad creado para la persona amada, y serían las pinceladas a las que hago referencia arriba para componer el lienzo de la vida, que para mí serían el interés por la otra persona, la muestra de afecto, la ayuda, la admiración, el respeto, la comprensión, la entrega, el perdón , la tolerancia, la compañía, etc., etc.

Psicólogos Bilbao

Los psicólogos nos encontramos en nuestro trabajo permanentemente, las razones por las cuales las personas sufren o tienen conductas y pensamientos negativos que no solo perjudican a los demás, sino especialmente a ellos mismos. Siempre hay unas razones por las cuales las personas se encuentran en el momento histórico en el que se encuentran, por ejemplo es ciertamente más fácil, o se tendrán más probabilidades de ser feliz, si uno ha sido amado, tratado, educado mejor, que si uno ha carecido de esas condiciones. Comprender eso ayuda a amar, a ser más comprensivo, empático y por tanto a ser más feliz.

Es curioso que en esta sociedad las personas más necesitadas de amor sean las menos amadas y al contrario, las menos necesitadas de él, suelen ser las más amadas. Generalmente una persona excelente, quiero decir muy desarrollada, madura, equilibrada, con gran capacidad de amar, que ostenta un buen control de su conducta, que ha encontrado el sentido de su vida y que sabe ser feliz como consecuencia de sus actos y pensamientos, es muy probable que sea muy amada, pero no lo necesite, lo que no significará que no le agrade, pero no lo necesita. Por otro lado la persona cargada de resentimiento, mal educada, vengativa, con conductas y pensamientos muy negativos, será difícil que pueda ser amada, es más, es muy probable que se dé para ella todo el reproche social e incluso la hagamos víctima de nuestros odios y la metamos en la cárcel, pero ¿así la ayudamos? Se dice que el amor todo lo cura, sin embargo hemos de curar al enfermo, no al sano y si nos fijamos hacemos al revés: curamos=amamos al sano y dejamos de lado, encerramos, marginamos al enfermo.

Por todo ello para seguir pintando nuestro propio lienzo hemos de descubrir qué pinceladas, de qué color y forma son las más adecuadas para conseguir la figura, fruta o nube que deseamos pintar, es decir cuáles son nuestras conductas, cuáles son nuestros pensamientos que mejor propician el sentido que quiero dar a mi vida y se traducen en un estado de equilibrio, paz, bienestar y felicidad.

Resumiendo, imaginemos que el sentido que uno quiere dar a su vida es el de ser feliz, habrá de descubrir qué le hace feliz y desarrollar aquellas conductas y pensamientos que le lleven a ello, habrá de entender que en ocasiones, para la consecución de un objetivo harán falta muchas pinceladas. Pongamos un ejemplo, uno descubre que es feliz sanando, ayudando a la gente en su salud, es lógico que se trace el objetivo de ser médico, sabe que eso requiere de varios años, dedicación y esfuerzo, pues bien será conveniente que cada pincelada, cada minuto de estudio, de prácticas, sea llevado a cabo con la actitud y el pensamiento más positivo que facilite el conocimiento y a la vez la satisfacción, sin relegar el ser feliz a la consecución del logro, que será terminar la carrera y poder ejercer como médico.

Muchas veces y lo vemos frecuentemente en consulta, algunas personas, sin darse cuenta, ellas solas se quitan las posibilidades de ser felices, pues comentan cosas como “seré feliz cuando termine la carrera”, o “cuando me independice”, o “cuando consiga determinado objetivo profesional”, o cualquier otra cosa, sin darse cuenta que de algún modo están diciéndose que no serán felices hasta conseguir determinado objetivo, ellas solas se quitan la posibilidad de ser felices, cuando hay que serlo aquí y ahora. No se debe concebir la felicidad como un objetivo a conseguir, sino como una forma de vivir la vida, centrándose en el ahora y en la mejor actitud explícita y de pensamiento que me hace sentirme lo mejor posible. Solemos creer que son las circunstancias las que nos hacen felices o infelices pero no es así, en consulta podemos apreciar esto al ver por ejemplo, personas a las que se les ha muerto el perro y están muy deprimidas y vemos a otras que llevan mucho mejor muertes de seres más importantes y más amados que para la persona del ejemplo el perro, y es que, como dijo Epicteto, no son las cosas lo que trastorna a las personas, sino sus puntos de vista, sus opiniones o interpretaciones de las cosas, por ello será importante tomar conciencia de nuestro estilo de pensamiento.

Nuestros puntos de vista, opiniones o interpretaciones de las circunstancias que nos envuelven, producen distintos estados emocionales en función de los cuales actuamos, damos o no, unas pinceladas u otras y dependiendo de éstas, de la calidad y cantidad de ellas, saldrá un cuadro hermoso o no. A medida que vamos dando más y más pinceladas, vamos desarrollando más maestría y conocemos mejor qué tipo de pincelada es más conveniente en cada momento.



Miguel Ángel Ruiz González