He aquí que un día la oscuridad se percató de que la luz
cada vez le estaba robando mayor espacio y decidió entonces ponerle un pleito.
Tiempo después, llegó el día marcado para el juicio. La luz se personó en la
sala antes de que lo hiciera la oscuridad.
Llegaron los respectivos abogados y el juez. Transcurrió
el tiempo, pero la oscuridad no se presentaba. Todos esperaron pacientemente,
pero la oscuridad no aparecía. Finalmente, harto el juez y constatando que la
parte demandante no acudía, falló a favor de la luz. ¿Qué había sucedido? ¿Cómo
era posible que la oscuridad hubiera puesto un pleito y no se hubiera
presentado? Nadie salía de su asombro, aunque la explicación era sencilla: la
oscuridad estaba fuera de la sala, pero no se atrevió a entrar porque sabía que
sería en el acto disipada por la luz.
El Maestro dice:
La luz es consciencia y sabiduría, en tanto que la oscuridad es ofuscación y
estrechez de miras. Si te estableces en la sabiduría, ¿hay lugar para la
ofuscación?
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